La comunicación y la información son fenómenos que están presentes desde el origen de la vida. La comunicación es el componente básico de la sociedad: sociedad y comunicación son términos que se implican mutuamente. Esta cuestión aparece evidente desde los primeros filósofos de la Grecia Clásica, o sino basta recordar que para Aristóteles la vida humana es una tendencia de comunicabilidad o sociabilidad. La comunicación es un fenómeno universal, base de toda sociabilidad, ligado a las necesidades materiales e inmateriales del hombre y que contempla todas las relaciones que establece el ser humano con su entorno, sus semejantes y consigo mismo. La comunicación condensa la historia de las relaciones sociales que, tras largos procesos de cambio, conforman hoy la escena en que ésta se realiza.
Conforme la civilización se desarrolla y las sociedades se hacen más complejas, el hombre amplía sus posibilidades informativas. De hecho el mundo ha tenido varias revoluciones tecnológicas relacionadas con la información que, de algún modo, han transformado la sociedad. La primera fue la invención de la escritura. La segunda varios siglos después, la imprenta y su desarrollo técnico posterior. La tercera que se inició hace un siglo, creó los actuales medios de comunicación. En la actualidad y como señalaría Sergio López Ayllón en su texto sobre El derecho a la información, aún sin haber evaluado plenamente los alcances de la revolución anterior, contemplamos nuevos e impresionantes cambios en el mundo de la información.
López Ayllón menciona que "la información nunca ha sido ajena al derecho". Desde hace siglos, diversos aspectos relacionados con la información han sido objeto de regulación jurídica. Lo que sucede es que estas normas se muestran, en general de manera dispersa, incoherente e inadecuada, tanto respecto de los medios como de las necesidades de la sociedad contemporánea. El desarrollo económico y tecnológico de la información ha desbordado totalmente las previsiones de la legislación.
COMUNICACIÓN - INFORMACIÓN.
El hombre desde su aparición, necesitó como parte de su naturaleza comunicarse y transmitir a sus semejantes la información que obtenía y generaba tanto del medio como de sí mismo. La información no sólo es ordenadora, sino también creadora de la realidad.
La preocupación por el estudio de los fenómenos de comunicación e información se ha dado con mayor empuje por parte de la historia. Como ya he mencionado, hay autores que consideran a los filósofos griegos como los primeros en estudiar en forma específica, la manera y medios que el hombre utiliza para comunicarse. Desde entonces aparecen con frecuencia libros y ensayos que tratan, desde diversos puntos de vista, el problema de la comunicación. El hombre, en principio dependiente de la naturaleza, comienza a transformar el mundo en su trabajo, conforme la organización social alcanza mayor complejidad y las técnicas de producción mejoran, la información tanto individual como colectiva se cifra en signos y símbolos cada vez más complejos y perfectos. Al mismo tiempo se crean nuevos medios de comunicación. De este modo el desarrollo de la cultura produce un aumento en la cantidad de información. En el mundo contemporáneo los adelantos científicos y tecnológicos, junto con el desarrollo económico y social, dan a la comunicación y la información un carácter masivo y mundial, a tal grado que ningún hombre o nación pueden vivir aislados. Por otro lado el vertiginoso crecimiento de la actividad humana, en los últimos siglos, hace que comunicación e información sean presupuestos básicos para el desarrollo y regulación de la conducta individual y social. En la década de los 30's aparecen los primeros esbozos de las llamadas ciencias de la comunicación. Esto sucede cuando el desarrollo económico, técnico y científico de las sociedades industriales hace posible, al tiempo que determina, la creciente necesidad de prestar atención a un conjunto de problemas que pueden englobarse en los conceptos de información y comunicación.
Podemos decir que ante la complejidad de tal problema (es decir que al diversificarse su estudio y ampliarse su campo de aplicación, se manejan nuevas e incluso contradictorias formas de entender los términos), hay tantas definiciones de comunicación e información, como campos de aplicación y estudio.
Comunicación e Información como proceso social.
Aún cuando ya hemos señalado que comunicación e información surgen prácticamente con la vida del hombre y que son componentes fundamentales en la formación y desarrollo de la sociedad, se ha establecido este apartado con el fin de mencionar dos planteamientos teóricos: el primero dice que información y comunicación no son concebidas como procesos dependientes del individuo, sino de una sociedad concreta. Lo anterior se afirma sin negar de ninguna manera validez a los estudios de carácter psicológico. La segunda, que dichos fenómenos son elementos inseperables de un sólo proceso de relación social, es decir, pueden tratarse por separado para su análisis teórico, pero no existen de este modo en la realidad social. Comunicación e información son dos aspectos de la autoridad de la sociedad que no pueden ser concebidos en forma independiente, aunque frecuentemente se les trate así.
La información en la actualidad.
El panorama hace pensar que el hombre de hoy es el más informado de la historia. Nunca antes se había contado con tantos recursos informativos, tanto en calidad como en cantidad. Sin embargo un análisis más profundo obliga a señalar los problemas y tendencias que presenta la información.
En primer lugar, la información tiene un carácter comercial. Esta se ha convertido en una mercancía costosa y supeditada a las leyes de la oferta y la demanda, y que tienen como consecuencia el predominio del valor económico sobre la verdad y la objetividad. En este sentido los medios de información se "disputan" a sus consumidores. Un segundo punto es la tendencia hacia la concentración. Los datos, cifras y estadisticas no hacen más que ratificar este hecho incontrovertible, favorecido fundamentalmente por la rentabilidad de la inversión tanto económica como política, el control tecnológico que mantienen ciertos países y empresas, el alto costo de la investigación y el control del mercado. El pequeño número de empresas que controlan la industria de la comunicación e información están situadas en los países altamente industrializados y tienen un carácter transnacional, cuyas implicaciones no han sido valoradas en toda su amplitud, si bién numerosos estudios señalan las graves consecuencias que trae la influencia que estos grandes consorcios ejercen sobre los países menos desarrollados, que no pueden crear sus propias redes de comunicación adecuadas a sus necesidades.
Un tercer punto es el reparto desigual de la información tanto en su producción como en su distribución. Las grandes Naciones, por medio de sus agencias informadoras, controlan, generan y distribuyen de acuerdo a sus intereses la mayor parte de la información en el mundo, sean éstas, noticias, conocimientos, tecnlogía etc. Se propicia y apoya por una parte el "libre flujo de información", cuando sólo unos cuantos son capaces de efectuarlo. Esto provoca que la información sea un instrumento de control económico, político y cultural; ésta se ve deformada, ocultada o minimizada dependiendo de los intereses de quienes la distribuyen.
Un cuarto y último punto es el de la utilización de la información como elemento del poder. No son pocos los países que ejercen un control político sobre la información, de tal modo que se genera y distribuye sólo lo que de acuerdo con cierta visión del mundo es "correcto y verdadero", en realidad esto sólo justifica a ciertos grupos que promueven el poder a su propio beneficio.
Los medios de comunicación y la libertad de información.
Desde la teoría a la práctica, el derecho a la comunicación está , desde luego muy directamente relacionado con la posesión y empleo de los medios y la tecnología. Esto incrementa la responsabilidad social de los poseedores, editores y emisores de la comunicación, cuya amplitud e incidencia, aparte de otros valores éticos, no permite despojarla de ese carácter. Este derecho humano a la comunicación deriva necesariamente hacia el derecho a la información, pues comunicar es informar, no una mera acción enlazadora. El primero y más genérico, la comunicación aunque forma todo un cuerpo con el segundo, aparece como más inmerso al aspecto técnico, a las redes de los satélites, a las telefónicas y electrónicas, que hoy la posibilitan en forma y rapidez nunca antes conocida. En cambio, el derecho a la información, por su contenido y función humanístico, contiene y debate concepciones filosóficas y éticas, conductas personales legislaciones y normas nacionales.
Debemos reconocer que la importancia de la comunicación social de la información convierte su ejercicio en una de las relaciones más delicadas entre los gobiernos, los medios y los periodistas. La información y la comunicación son factores de poder y la disputa sobre quien ejerce esa importante cuota o como se comparte con el poder político y económico, crea un espacio sin fronteras claras y genera frecuentemente enfrentamientos. A su vez en muchos casos y paises se ejercen alianzas, los medios se encuentran así entremezclados en una red de mutuas concesiones y de intereses económicos complementarios.
Por lo tanto una relación con los poderes políticos y económicos dentro de la sociedad de la cual todos forman parte. Por su puesto aún así, ocurren desfases y en puntos culminantes, también contradicciones que se agudizan en choques y rupturas. En este sentido, para el periodista Luís Suárez, representante de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), durante el Seminario sobre el Desarrollo de los Medios de Comunicación y la Democracia en Amérca Latina y el Caribe, celebrado en Santiago de Chile en mayo de 1994 hace falta una conciencia y una sensibilidad en los medios y los periodistas para advertir esas separaciones y que la prensa, la radio y la televisión jueguen papeles independientes.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN EN AMÉRICA LÁTINA
Los orígenes en México del derecho a la información.
En México los orígenes del derecho a la información generó básicamente dos tesis: Una que lo consideró un derecho individual y otra que lo reconoció como un derecho social. La tesis que tuvo mayor aceptación fue la que sostuvo que el derecho a la información era un derecho o garantía social. Sin embargo hubo quien utilizó esta expresión de diversos sentidos. Unos mencionaban que su titular era la sociedad, otros utilizaron esta naturaleza del derecho para oponerle a la de los derechos individuales. La gran mayoría se inclinó por entender el derecho a la información como un derecho de ciertos grupos sociales que no tienen acceso a los medios de difusión. En este último sentido es como la doctrina constitucional entiende el término de garantía social. Las garantías individuales protegen a cada hombre; en cambio, las sociales protegen al hombre como integrante del grupo social, específicamente a los grupos más débiles que históricamente se han visto oprimidos.
América Latina y los Medios de Comunicación.
América Latina posee características muy peculiares con respecto al resto del mundo y corresponden por obvias razones más al modelo de difusión norteamericano, que al modelo europeo. En esta región se produjo una expansión general de los medios de comunicación, mientras que en casi todo el resto del mundo se fue dando de manera regulada. Algunos datos que señala el Informe sobre la Comunicación en el Mundo de la UNESCO en 1990, indican que en América Latina y el Caribe existen un radio-receptor por cada 3 habitantes y un receptor de televisión por cada 7, un teléfono por cada 19 habitantes y en promedio un Latinoamericano asiste al cine dos veces al año. Se transmiten en promedio más de 500 mil horas anuales de televisión, comparado con Europa Latina, la cual alcanza 11 mil horas anuales. Esto significa que lanzamos y recibimos 444% más horas que países como España, Francia, Italia, Portugal y Rumania juntos.
Según las cifras anteriores, desde el punto de vista cuantitativo, los medios de comunicación latinoamericanos se caracterizan según el citado informe por la opulencia y no por la miseria. Agrega que el subdesarrollo en América Latina, en el campo de los medios de comunicación es sólo relativo. Es de tomar en consideración que mientras más se expenden los medios, disminuye el porcentaje de programas producido en la región. En lo concerniente a la prensa escrita, para Lidia Bartra, Presidenta de la Comisión de Legislación del Colegio de Periodistas de Chile, en América Latina y el Caribe, los medios de comunicación escritos han estado funcionando desde hace unos 150 años y en los últimos cuarenta años, junto con las emisiones de radio y transmisiones de televisión, se ha contribuido a formar la militancia para la libertad y la independencia, así como la creación de estados libres y democráticos que hoy en día constituyen la mayor parte de la región. Agrega que "pocas regiones en el mundo pueden competir con el medio millón de horas de programas de televisión producidas anualmente en América Latina, ni con el número de estaciones radiales, agrupaciones independientes de video y canales de televisión, que constituyen importantes fuentes de producción. Los medios de comunicación en América Latina según ella pueden considerarse libres, independientes y pluralistas.
América Latina, libertad de información y democracia.
Las reglamentaciones del derecho a la información, consignadas, en todas las constituciones de América Latina son fuentes de conflicto y sus intentos provocan debates y diferenciaciones a la hora de disminuir el poder de los estados, que en la presente época de desregulaciones y privatizaciones se retiran de una serie de acciones dejadas al libre manejo de las empresas particulares. Sin embargo, la normatividad y el entendimiento ha de ser basado en la experiencia y en el principio de la libertad de expresión.
La comunicación es uno de los principales espacios por donde se define el futuro de la democracia en América Latina. Si comunicación social son factores de poder, quienes las controlan pueden también controlar total o parcialmente el poder y viceversa. Y desde luego contenerlo o infliurlo.
El derecho de la información se deberá considerar como un proceso de ida y vuelta. En América Latina, generalmente se cree que se trata del derecho de informar al público y es verdad, más no exclusivamente. Es también un derecho que el público la gente y el individuo tienen para informar a los demás a través de los medios y no sólo esperando que los directores y funcionarios de los mismos y los periodistas consideremos que ese público, esa gente, ese individuo, tienen algo que informar; sino que ellos acudan al medio y a los periodistas con el derecho a que su información se incluya y difunda. La prensa, la televisión y la radio, junto con el carácter regional de los medios juegan hoy un papel importante en América Latina.
La democratización de los medios y del ejercicio de la profesión periodistica es imposíble o resulta muy condicionada sin la democratización de las sociedades. Unos y otros se influyen recíprocamente y determinan el retroceso y el avance respectivo. En los avances debemos considerar como un impulso real las posibilidades del establecimiento de nuevas tecnologìas. Sabemos que su introducción acarrea al mismo tiempo otros problemas para los periodistas, en el campo laboral, en la seguridad del empleo en la salud y demás aspectos contractuales. Pero el progreso tecnológico es un avance objetivo para las posibilidades de crecimiento informativo y comunicativo. La contribución a la democracia depende también del contenido.
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