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LECTURABILIDAD Y LEGIBILIDAD

"Quizá leer y escribir sea lo único que valga la pena aprender, lo único que haya que enseñar de veras a todo el mundo para la honrosa supervivencia. Si nuestros universitarios terminaran sus carreras sabiendo leer y escribir dignamente, ya podríamos darnos por satisfechos; todo lo demás se daría por añadidura, se encuentra en libros…"
Carlos Pujol (escritor español)

· Los fundamentos que no pueden faltar
La lectura es una de las principales herramientas que tiene la mente para ordenar, organizar, jerarquizar, relacionar y ponderar la información que obtiene del material impreso.

“La lectura agudiza el sentido crítico y contribuye, como pocas actividades intelectuales lo hacen, a ordenar la mente. Nos permite clasificar, jerarquizar, ir a lo esencial, poner entre paréntesis lo accesorio, sintetizar, etc. Al leer comprensivamente recorremos un camino desde lo desconocido a lo que vamos a conocer, producimos una tensión intelectual que nos permite la comprensión y realizamos un esfuerzo por encontrar sentido a lo que leemos”.

Comprender un texto requiere de ciertos conocimientos previos que permitan interpretar y dar sentido a la información que va apareciendo ante la vista. Si no se han adquirido una red de conceptos y significados sobre el tema que se está leyendo, la comprensión del texto será muy limitada. De nada sirve acumular datos y conocimientos si no se comprenden y no pueden ordenarse u organizarse.

Sería interesante, entonces, ir “desagregando” la idea de comprensión lectora. Desde la perspectiva de los contenidos de enseñanza, cuando decimos “lectura comprensiva”, nos estamos refiriendo al trabajo explícito que realizamos los docentes en el aula para el desarrollo de estrategias de comprensión que excede el fin del acto de lectura. Esto es así puesto que existen distintos tipos de lectura: la eminentemente informativa, que propicia la búsqueda de datos; la centrada en la dimensión cognitiva, que propicia el deseo de saber o conocer, y una tercera opción que estaría dada por las lecturas que cumplen una función recreativa.

Esto significa, entonces, que se puede trabajar y promover la comprensión con la inclusión de cualquier tipo de textos: tanto los literarios como los no literarios.

Como se ha dicho, la comprensión siempre se halla involucrada en la lectura. Esto sucede cuando el lector se implica fuertemente con el contenido del texto y evita la lectura superficial e impersonal.

Comprendemos un texto cuando descubrimos su sentido, reconstruimos en nuestra mente un texto paralelo al leído y lo dotamos, a su vez, de sentido. La comprensión exige acceder a una representación no espacial ni lineal, como aparecen en el texto, sino semántica, es decir, que puedan relacionarse unas con otras. Es esencial para la comprensión ponderar y jerarquizar las ideas en relación con la totalidad del sentido del texto.

La comprensión de un texto requiere de un bagaje de conocimientos previos que permitan organizar, interpretar y conferir sentido a lo que se lee, esto es, establecer una relación semántica entre las ideas, jerarquizarlas e integrarlas en la totalidad del sentido del texto.

Un mal lector es aquel que fracasa en estas tareas. Los buenos lectores no leen palabra por palabra, en un proceso lineal, sino que leen significados.

Otro elemento que entra en juego en la comprensión, y que no es atribuible a las habilidades del lector sino a las propiedades de los textos, es lo que conocemos con el nombre de lecturabilidad (distinta de la legibilidad, que se refiere sólo a las cualidades tipográficas del texto). Para algunos especialistas, la lecturabilidad es la posibilidad de que un texto sea entendido por un lector determinado, al facilitar la relación de su estructura con los conocimientos y aptitudes del sujeto para apropiarse del contenido. Abraham Moles la define como "la aptitud de un texto para ser leído rápidamente y comprendido con facilidad".

La comprensión textual exige, por un lado, la lecturabilidad del texto mismo y, por otro, la promoción e implementación de estrategias específicas por parte del docente, que induzcan en el alumno la apropiación de los contenidos.

La intervención educativa es fundamental en este proceso de alfabetización inicial y en el de alfabetización avanzada. Vale pena precisar estos conceptos. “La alfabetización inicial sienta las bases para la apropiación del sistema de la lengua escrita y las habilidades de lectura y escritura en el primer ciclo de la escolaridad obligatoria. La alfabetización avanzada consolida los conocimientos adquiridos y, al instalar estrategias autogestionarias respecto de lecturas y escrituras diversas, extensas y complejas, previene el analfabetismo por desuso”.

El proceso de lectura implica el despliegue de estrategias lectoras para hallar el significado atrapado en la trama textual, y esto requiere de una intervención que ofrezca un espacio entre el lector incipiente y el texto y, además, le genere el deseo de encontrar el sentido de lo que lee.

· Las ideas que construimos sobre el tema
En nuestra tarea pedagógica, nos enfrentamos con situaciones y decisiones que debemos tomar respecto de qué enseñar y cómo hacerlo. Vamos construyendo nuestras propias ideas y teorías en torno a ello, y no siempre nuestras teorías se sustentan en verdades o lineamientos científicos.

La mejor manera de promover y evaluar la comprensión de un texto es pedirles a los chicos que respondan preguntas o que realicen un dibujo.

Si promover y mejorar la comprensión lectora forma parte de la enseñanza y de nuestra tarea como educadores, además de seleccionar textos adecuados para el nivel, también debemos realizar la propuesta de estrategias. Algunas de ellas pueden ser las siguientes:

Activar ideas previas
Es importante activar los conocimientos previos adquiridos en años anteriores, en diferentes áreas o aquellos conocimientos que se alcanzan por medio de las experiencias sociales, fuera del límite de la escuela.

Por ejemplo, si el texto que van a leer los alumnos se refiere a la alimentación, el docente puede dedicar primero unos minutos a presentar el tema o realizar algunas preguntas disparadoras que hagan pensar al alumno, al modo de: ¿Por qué nutren los alimentos? ¿Qué ocurre cuando ingerimos alimentos?, etcétera.

Estrategias de prelectura
Otra actividad posible consiste en realizar un comentario sobre el contenido de los diferentes apartados del texto antes de comenzar con la lectura, u orientar a los alumnos para que lean los títulos de los apartados y que puedan anticipar el contenido de dichos apartados. Esta práctica constituye una buena estrategia prelectora.

Aclarar la finalidad de la lectura
Como es sabido, existen distintos tipos de lectura, y cada una con su propia finalidad, objetivos, estrategias y modos, por lo que no tiene sentido pensar en una única regla sobre cómo se debe leer. Se pueden utilizar estrategias para buscar una idea global del texto, una información determinada, contrastar una suposición o identificar ideas principales. De hecho, no se lee el periódico con la misma meticulosidad que la que se utiliza para comprender las reglas de un juego o un texto instruccional. Un buen lector es aquel que maneja diferentes estrategias de lectura según los distintos objetivos que se propone.

Pertinencia
El profesor puede enseñar a sus alumnos a hacerse diversos cuestionamientos sobre la pertinencia del tema o para qué de la lectura.

Hacerse preguntas
Es posible desarrollar la capacidad metacognitiva de toma de conciencia de la comprensión del texto con la utilización del autocuestionario. Diversas investigaciones experimentales han demostrado que, si enseñamos a los a niños que se formulen preguntas durante la lectura, éstos mejoran significativamente la comprensión. Por ejemplo: ¿A qué se refiere este párrafo?, ¿qué es lo que no entiendo?, o ¿qué es lo que he leído hasta aquí?

Subrayar
En el caso de los textos expositivos, el lector utiliza diferentes estrategias para poder “meterse” en ellos, con el fin de comprender más y mejor la información. “El subrayado tiene que estar dirigido por los objetivos de la lectura, puesto que no existe una forma mecánica y única de realizarlo. Se convierte en una buena técnica cuando el lector es sensible a la importancia de las ideas, y esto requiere saber situarlas en el ámbito global de la lectura. Mucha gente, al no haber captado ese marco, subraya ideas parciales e inconexas. Por eso, o no se subraya en la primera lectura o, al menos, se toman como unidades de lectura fragmentos significativos, como la página o, como mínimo, el párrafo”.

Tal vez el subrayado sea el procedimiento más recurrente entre los lectores. Si bien es una técnica que suele enseñarse a partir del segundo ciclo, a los alumnos del primer ciclo pueden comenzar a planteárseles actividades del tipo: Subrayá la oración (o la frase o la parte del texto) que mejor explica… ¿Por qué elegiste esa parte?, etcétera.

Realizar cuadros, diagramas
A menudo, la estructura del texto considera dos variables; en tales casos, entonces, es posible usar cuadros de doble entrada para organizar y comprender la información. Esta técnica puede utilizarse tanto en textos expositivos como en textos narrativos. Por ejemplo, en un cuento los alumnos pueden ubicar la información más significativa en un cuadro que contenga, en una parte, los personajes protagónicos y, en otra, datos como su aspecto físico, su manera de ser, sus acciones, etcétera. Lo mismo para un texto que contenga información sobre determinado tema. De hecho, esta estrategia es muy utilizada para la comparación. Los diagramas son útiles si se desea hacer hincapié en las relaciones entre las ideas o elementos de un escrito. En los textos que presentan una sucesión temporal, se pueden utilizar diagramas lineales. Es el caso de los textos instruccionales, en los que el orden en que se ejecutan los distintos pasos es esencial para llegar al objetivo. Cuando las relaciones requieren más dimensiones, cabe recurrir a diagramas del tipo arbóreo. En los diagramas en forma de árbol, la idea central se plantea en el tronco de lo que representaría el árbol y, en las ramas, las ideas secundarias.

Las redes semánticas y los mapas conceptuales permiten visualizar las relaciones entre los conceptos. En el caso de los mapas, es fundamental la jerarquización de los conceptos, las palabras enlace y la distribución espacial. Es un procedimiento complejo para los alumnos de primer ciclo pero constituye una estrategia que el docente puede utilizar para guiar la comprensión de un texto y, principalmente para los textos expositivos.

Buscar el sentido crítico
Partimos del concepto de lector comprometido en la búsqueda de significado en el texto escrito. Una buena estrategia para el desarrollo de la comprensión y el compromiso del lector con lo que lee, es el planteo de preguntas referidas a los conceptos, temas o problemáticas que se desarrollan en un texto. Deben estar dirigidas a la opinión de los alumnos acerca de lo leído, lo cual implica una toma de posición para el lector. Esta estrategia puede aplicarse a todo tipo de textos: expositivos, de opinión e incluso literarios (narrativos, dramáticos, etc.); textos que presenten problemáticas sociales y/o individuales, valores, etcétera.

Para finalizar
Comprender es una actividad compleja de construcción del sentido de un texto. En este proceso se coordinan todo tipo de estrategias e índices lingüísticos (contexto, tipo de contextos, superestructuras, marcas gramaticales significativas, palabras, tipos de letras, etc.) además de índices no lingüísticos (ilustración, soporte, tipografía, entre otros), por lo tanto todo ello no debería ser descuidado en las acciones didácticas.
Para terminar, dos cuestiones. La primera es que estas y otras estrategias, diferentes o similares a las aquí planteadas, pueden desarrollarse en todas las materias. La otra cuestión tiene que ver con el espacio que se le da al trabajo oral. Es decir, a la posibilidad que se les ofrece a los alumnos de participar en conversaciones e intercambios orales tanto entre pares como con el docente. La participación activa de los niños en la construcción y reconstrucción de relatos promueve el desarrollo de estrategias de comprensión porque, para exponer o explicar los acontecimientos vividos o imaginados, deben, necesariamente, ordenarlos y reflexionar sobre ellos.

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